viernes, 28 de noviembre de 2008


EL DISCO CELESTE DE NEBRA

 Es un disco ligeramente cóncavo de bronce, con incrustaciones de oro, de 32 centímetros de diámetro que representa la bóveda celeste. 

Fue encontrado cerca de la ciudad de Nebra en el monte de Mittelberg, en el estado federado de Sajonia-Anhalt, Alemania y se considera la representación más antigua del firmamento. Se calcula que fue creado en el 1,600 antes de Cristo, en la Edad de bronce. 

Esta pieza de bronce, encontrada en 1999, estaba enterrada junto con dos espadas, dos hachas, un escoplo y unos brazaletes. Se cree que era una ofrenda a los dioses en un observatorio. 

El disco sirvió como una especie de calendario ya que al colocarlo en el lugar exacto donde fue encontrado, con dirección al norte, refleja de manera muy exacta la bóveda celeste. 

La alineación se realizaba durante el solsticio de verano, para que en el solsticio de invierno y durante el equinoccio reflejara los cambios en el firmamento. 

Hoy en día se sabe que el disco que conocemos sufrió al menos cuatro modificaciones. El número de estrellas, así como la ubicación de la luna y tierra cambió con el paso del tiempo. 

Dos alemanes que buscaban municiones con un detector de metales fueron los responsables del descubrimiento. Nunca sospecharon la importancia arqueológica de las piezas y las vendieron en el mercado negro. 

Afortunadamente unos meses después fueron ofrecidas a un museo por un vendedor de arte. Así fue como el director del museo notificó a las autoridades sobre las piezas encontradas y su valor histórico. 

En el 2002, luego de una larga investigación policial en Alemania y Suiza, las piezas fueron rescatadas por el Ministerio de Cultura de Sajonia-Anhalt.

Actualmente se encuentran resguardadas en el Landesmuseum für Vorgeschichte en la ciudad de Halle, que además cuenta con una enorme colección de piezas arqueológicas. 

En el lugar en donde fue encontrado el disco se encuentra un centro informativo en el que se explica a través de una presentación multimedia su historia. Además de poder conocer el disco (a través de una réplica), el visitante puede “encogerse” hasta el tamaño de una molécula de polvo y viajar por el espacio a través de una película en tercera dimensión o visitar un planetario digital. 

Todavía no se cumplen diez años de su descubrimiento y ya ha generado innumerables estudios arqueológicos y encendido la imaginación de muchos. 

Tal es el caso de las novelas:

El Disco del Cielo de María García Esperón (México, 2006)

 

 Nebra. Historia de los lectores de los astros de la edad de bronce de Arturo Ortega Blake (Editorial Grijalbo, México, 2008). Finalista del Premio Azorín de Novela.

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